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domingo, 2 de abril de 2017

El resurgir de Lorca (20 minutos)

Lorca ha sabido restañar las heridas existenciales que le infligió el devastador terremoto de mayo de 2011. La ciudad, tercera en población de la Región de Murcia, trata de emular a grandes urbes como San Francisco o Lima, que, tras soportar temblores que resquebrajaron toda su fisonomía, volvieron a levantarse con más vigor si cabe. En el caso de la localidad del río Guadalentín,  la cercanía temporal de la sacudida sísmica provoca que todavía le quede un largo trecho por recorrer.


Recuperarse y adaptarse al riesgo. La capacidad para conjugar ambas acciones la ejemplifica el castillo, y más en concreto el parador que despunta en su interior. Cuando sobrevino el referido terremoto, se hallaba a escasos meses de inaugurarse tras una obra faraónica de rehabilitación. El movimiento que los griegos clásicos atribuían al dios Poseidón obligó a reconsiderar todo el proyecto. Ahora muestra un ostentoso y hermético sostén de vigas de hierro que le permite resistir mejor los avatares sísmicos. Curiosa su silueta con forma de cubo recubierta del citado armazón férreo.

El vigía lorquino
Antes del percance que conmocionó Lorca las obras de rehabilitación habían permitido destapar la antigua sinagoga del siglo XV, ubicada junto al actual parador y al aljibe islámico, y que preserva restos de viviendas judías e incluso un matadero.  También en las cercanías de este enclave emblemático lorquino se encuentra la Fortaleza del Sol, denominación que recibió la antigua alcazaba islámica, o la muralla almohade. La llamada torre Alfonsina, construida en la parte superior del cerro, culmina el imponente conglomerado monumental que ejerce de vigía de Lorca.
Ese apelativo de Alfonsina proviene de su construcción por orden de Alfonso X, monarca al que el municipio recuerda con una mezcla de respeto y cariño. La enorme estatua de 1,95 metros (más otro metro del pedestal) ubicada en la céntrica plaza de España y esculpida por el artista Pedro Jordán Almansa da buena muestra de esa combinación de sentimientos. O el concurrido colegio público que también evoca al monarca con el sobrenombre de ¨El Sabio´.

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